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martes, 1 de marzo de 2011

White Swan and Black Swan

Natalie Portman interpretando rol en
película independiente
No saben el gusto que me dio ver a Natalie Portman ganarse el Oscar a la mejor actriz en la reciente premiación que celebró la Academia de Artes Cinematográficas. Ella ha sido mi amor platónico por años, una mujer fantástica, talentosa, bella y, por sobre todo, sencilla.
Está claro que en la película Black Swan Natalie Portman se supera a sí misma y logra su mejor personaje hasta la fecha, la razón: el personaje se apoderó de ella y ella del personaje, fusión perfecta.
Natalie representa a la mujer virginal por excelencia, el arquetipo de la “doncella”, fina, frágil, bella, inteligente, sensible, graciosa, de sensualidad y sexualidad recatadas. Exactamente como es su personaje Nina en la película, una bailarina de ballet clásico, perfeccionista, disciplinada, reprimida, tímida, siendo manipulada y controlada por su madre (que representa las imposiciones familiares sobre la persona). Esta bailarina viene a reemplazar a otra mujer de semejantes características, Beth (Winona Ryder), para interpretar al inocente Cisne Blanco en la obra El lago de los cisnes. Nina es perfecta para ese rol. No obstante, también se requiere que interprete al sensual Cisne Negro. Quiere hacerlo para que no lo haga Lily, una nueva bailarina que llega a la compañía de ballet y que es todo erotismo.
Así, Black Swan muestra cómo Nina se acerca a su lado oscuro, el inconsciente, la “Sombra”, según el arquetipo de Jung. Debiendo traer al exterior sus pulsiones  sexuales y libido más profundo, el animal que el humano arrastra de por vida y que es reprimido por debajo de la conciencia diaria.
En general, los creadores y artistas están en permanente contacto con su inconsciente, y Nina, que sólo ha despertado una parte de su persona, el “lado blanco”, deberá, para completarse como mujer y artista, traer a la superficie su “lado oscuro”, el Cisne Negro. Suele pasar que en un comienzo ese lado más escondido y profundo de nuestro ser quiera imponerse, pero luego de conocerlo y tomar plena consciencia de él, logramos dominarlo y hacerlo jugar a nuestro favor, de esta forma nuestro lado oscuro ya no puede actuar a través de nosotros sin que nos percatemos, la ceguera se acaba y somos más libres y más completos.
Natalie Portman logra despertar su lado más “salvaje”, por decirlo así, desarrollando plenamente su ímpetu sexual, dejando de lado su inocencia recatada a través del personaje de Nina y el Cisne Negro. Así, no es coincidencia que de esta película saliera embarazada, por primera vez, de uno de sus compañeros de equipo (un tipo con mucha suerte), precisamente ella, que no es famosa por sus romances. Como dije, fusión perfecta de persona-personaje.
Pero esta enorme energía que se halla en nuestro inconsciente, y que tiene que ver con lo sexual, no se reprime ni se canaliza en determinadas funciones, sino que en el caso de los artistas se "sublima", es decir, se transforma en algo superior. Algo parecido hacen los monjes budistas y taoístas, que por medio de la meditación logran sublimar esta energía que se trae a la luz conscientemente, dominándola y no dejando que nos domine. Siempre he creído que si el catolicismo hubiera aprendido a sublimar la libido en vez de reprimirla, habría sido mucho más apegado a la sabiduría del Nazareno.
En fin, esta es la lectura que saqué de Black Swan, quizá ni el mismo director de la película, Darren Aronofsky, esté muy enterado de los distintos niveles de apreciación de su obra y que además, queriéndolo o no, dio vida en forma de arte a una de las frases de C. G. Jung al respecto: “No se alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz, sino haciendo consciente la oscuridad”.

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