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domingo, 6 de marzo de 2011

Piñera y su primer año de “excelencia”

Un amigo me decía que era muy pronto para evaluar el gobierno de Piñera y la excelencia prometida, más encima con el terremoto mediante y cierta inexperiencia (no en vano han pasado cincuenta años desde el penúltimo presidente de derecha elegido democráticamente). Le dije que no, que basta probar una cucharada de la taza del café para saber si está amargo o dulce, y este primer año sirve perfectamente para saber de qué va esa tan mencionada excelencia.
Nos hemos dado cuenta que Piñera es muy predecible. Es uno más de esos innumerables sujetos que tienen metido entre ceja y ceja el demostrar que son exitosos, superiores, trabajadores y “excelentes” mediante la acumulación de bienes y dinero. La diferencia entre Piñera y los otros que son como él o desean serlo, es que Piñera pertenece a la élite, estudió en el colegio Verbo Divino -conocido en el barrio alto solamente como el “colegio”-, luego en la Universidad Católica y después en Harvard. Nada mal. Sin embargo, parece que nunca hubiera estudiado en aquellos lugares tan prestigiosos. Que usted y yo no sepamos que hace años no existe Checoslovaquia, no es un gran problema, pero él se entiende justamente con las personas que son dirigentes o de la República Checa o Eslovaquia, y debe saberlo, o al menos escuchar a quien lo sabe (pero a él no le gusta escuchar más que su opinión). Tampoco será un problema el que nosotros no sepamos que las estrofas cantadas por los curas nazis y alumnos del Verbo Divino son de una gravedad muy seria en Alemania, pero el presidente Piñera, que ha viajado, que tiene roce, lo menos que pudo hacer es haber salido de la caja de acondicionamiento social ABC1 y saber que la élite a la que pertenece es una élite bastante provincial, supersticiosa e ignorantona, bien mediocre si la comparamos con otras élites, y así no habría escrito eso que escribió en Alemania y que a cualquier alemán le hubiera costado la cárcel por hacer propaganda nazi, prohibida por ley en ese país después de la Segunda Guerra Mundial.
Para qué seguir, ejemplos tenemos de sobra de que en temas de cultura general no se maneja. También sus malos ejemplos al borde o rompiendo la ley en sus negocios son conocidos. En conclusión, tenemos a un hombre que no es excelente, pero que la promete. Es difícil dar lo que uno no tiene. Y es que para él la riqueza es un signo de excelencia. Según él, quienes la poseen son humanos excelentísimos, mejores que el resto, sin importar mucho cómo se obtenga esa riqueza. Pero esto no es así, lo sabemos. Lo malo es que Piñera lo cree. No se alcanza a dar cuenta que precisamente por ser como es le será imposible que tenga a su lado a quienes sí son personas de excelencia. Estás personas excelentes no hacen las cosas por plata, prestigio o conseguir sexo, como usted y yo. Ellos lo hacen por puro “simbolismo”, eso que vive en un plano puramente mental o espiritual. Son como los alpinistas, un alpinista de excelencia viaja a los Himalayas para alcanzar la cumbre del Everest no por dinero, estatus o una mejor posición en la empresa, lo hace porque entiende la majestuosidad de la montaña, su imponencia y jerarquía simbólica. Se le otorga valor (no precio) a la acción de escalar esa cumbre. Los valores son ideas-concepto: bueno, malo, justo, lindo, etc. El Estado también es una idea, existe mientras sea pensada, es intangible, así como las leyes son pensamientos en una primera instancia. No se pueden tomar, pesar, medir con una regla, viven en nuestras mentes. Es impresionante la cantidad de cosas que son sólo ideas y parece que tuvieran existencia material.
Y ese es el punto. Piñera le quita al Estado y a las tareas de gobierno toda solemnidad y majestuosidad, vulgarizándolas, des-valorizándolas. Alejando a los verdaderos excelentes, que viven de ese “valor simbólico” que tienen las cosas.
Lo único que le queda a este gobierno es suponer excelencia, conformarse con la ilusión de que hacen las cosas mejor que la Concertación, que también vivó de la ilusión de ser un supuesto gobierno para el pueblo, y que en la práctica resultó ser un gobierno de la élite para la élite y sus camaradas leales a sobresueldos, platas robadas y fiascos como el Transantiago.
En todo caso, no es raro en una sociedad en donde el arribismo parece ser una virtud, que lo único que genera es violencia -poseemos el mayor porcentaje de maltrato infantil de la región-, mucha frustración y cada vez menos consciencia del individuo y su correlación con el mundo. (Valga aclarar que no estoy en contra de la ambición personal, y reconozco que querer ser más y tener más cosas es necesario en los individuos, si no, todo se paralizaría. Pero otra cosa es lo ocurre en Chile, que tiene más que ver con lo que antes se conocía como “Escalamiento Social”, es decir, llegar lo más arriba posible haciendo lo que sea necesario para lograrlo). Además tenemos muchas personas que sólo ven tele y nada, nada más, 8 de cada 10 chilenos de hecho. Se suma a esto la falta real de educación, antes las universidades públicas eran gratuitas, ya es hora de que vuelvan a serlo, quizá con eso recuperen la calidad que hace muchos años perdieron (la UBA, Universidad de Buenos Aires, en Argentina, es gratis, entran todos los que quieren, no existe PSU ni tonteras por el estilo, tienen cursos de nivelación y la exigencia es altísima, no por nada tiene 5 premios Nobel en ciencias; ahora por qué Argentina teniendo ese nivel cultural y educacional pasa por frecuentes periodos de inestabilidad política y social es digno de estudio; quizá la clase dirigente no ha conseguido conquistar a los excelentes, que como sabemos viven de lo simbólico). Creo que todo esto mezclado ha hecho de Chile un país de personas que no saben distinguir entre un mercachifle, un hombre de éxito y un hombre de valor, creyendo que son lo mismo y que por eso tener a Piñera en La Moneda no sería algo malo. Respeto a los que votaron por él y creyeron en la excelencia. No obstante, es hora de recordar que nuestros dirigentes deben ser los mejores de entre nosotros, no simplemente los más exitosos, de lo contrario estaremos esperando mucho más de lo que realmente pueden dar. Que en el caso del actual gobierno creo que es simplemente eficiencia, sin nada de excelencia.
¿Qué nos queda a nosotros de todo esto?, tal vez escuchar  lo que dijo un famoso físico del siglo XX: “No seas un hombre de éxito, sé un hombre de valor”.


Buena semana a todos.


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