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jueves, 24 de febrero de 2011

Posteo a Emol




La ciencia y la religión no operan en ámbitos separados e iguales, ¡ojala fuera así! La ciencia es la superación de la superstición y la religión el intento de mantenerla, porque ella misma es superstición, intentando a través del tiempo entorpecer el trabajo de la ciencia, hasta el día de hoy.
Los hombres de ciencia suelen ser más morales, tolerantes y evolucionados que el humano religioso promedio. Además, los griegos sabían que sus dioses y mitos eran fantasías funcionales al poder, y que cualquier pensador que quiera serlo en serio debía distanciarse de los condicionamientos y creencias sociales de su tiempo y espacio. Lo extraño es que en este tiempo, dos mil años después, muchos sigan creyendo que la biblia es palabra de dios, que Yahvé, Alá, Jehová es un dios diferente a Zeus u Odín -de hecho ese “dios único” es tan sanguinario y "humano" como esos dioses de panteones politeístas- y que sea gente con acceso a educación, viajes, ¿libros? Y poder quien más se aferre a esos mitos; quizá el mantenimiento del poder y sus privilegios sea la explicación más obvia. Por último, se puede creer profundamente en un principio divino, y ser consecuente con ello, pero ser fiel a iglesias, obispos y dogmas refritos del folclor judío sazonado a la fuerza con algo de neoplatonismo y aristotelismo, es demasiado parecido a la estupidez y credulidad infantil...
Si no me cree, pregúntele a los fieles de El Bosque.

(No me opongo a la creencia de Dios, ni a su existencia, sólo a la creencia de que ese creador universal sea el que aparece en el viejo testamento, el nuevo testamento o el corán, en fin, un dios arcaico de tribus del desierto).

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